Hola nubecitas esponjosas.
¿Que tal va todo? Yo en época de examenes y tengo a mi abuelo en el hospital, por eso tengo el blog un poco abandonado. Lo siento. Como prometí y como me sugirió Compases Rotos (<3), aquí teneis el Capitulo 4 de N&L, que ya comienza lo bueno. Un principio de capitulo con tensión.
Tampoco tengo mucho que decir. Asique no me voy a enrrollar y os dejo con la historia.
Espero que la disfruteis.
Saludos.
*********************************************************
¿Que tal va todo? Yo en época de examenes y tengo a mi abuelo en el hospital, por eso tengo el blog un poco abandonado. Lo siento. Como prometí y como me sugirió Compases Rotos (<3), aquí teneis el Capitulo 4 de N&L, que ya comienza lo bueno. Un principio de capitulo con tensión.
Tampoco tengo mucho que decir. Asique no me voy a enrrollar y os dejo con la historia.
Espero que la disfruteis.
Saludos.
*********************************************************
Estuve todo el viernes por la mañana inquieta, incluso
varios profesores me llamaron la atención. Estaba intranquila. Sabía que me
olvidaba de algo, porque sentía la sensación de que algo no iba bien, pero no
recordaba que me hubiera pasado nada malo, exceptuando el secuestro, pero ya
hacia más de una semana de eso. No tenía sentido sentirse así.
Las clases acabaron un tanto lentas. La última clase de
gimnasia, incluso con lluvia, había sido agotadora. Night parecía con bastante
energía y eso nos causó agujetas a toda la clase. Como siempre, me fui con Miki
hacia la esquina donde sus padres lo recogían. Nos llevábamos muy desde
pequeños, ya que íbamos a clases extraescolares juntos. Hablando con él, miraba
de reojo hacia mí alrededor, aun un tanto paranoica, debo admitir.
Me despedí tanto de Miki como de su madre antes de dirigirme
hacia mi casa. Iba por el camino de siempre, evitando cualquier calle
“sospechosa” cuando mi madre me llamó al móvil. Tan nerviosa como siempre, me
pedía o más bien gritaba que no tardara en llegar a casa y que no me parara por
nada del mundo. No pude evitar reírme al colgar. Su preocupación era ya
exagerada. Cuando, al mirar al otro lado de la calle, la risa se me fue de
golpe.
Ya estaba casi en mi calle, solo quedaba girar un par de
esquinas y estaría delante de mi puerta, segura, en mi casa. Podría haber
echado a correr, aunque seguramente no habría llegado muy lejos. Estaba echa
polvo de la clase de gimnasia. Pestañee varias veces antes de que él sonriera.
En el otro lado de la calle, un chaval de pelo blanco como
la nieve que le llegaba por los hombros, le habría confundido con Night si no fuera
por ese pequeño dato. Era exactamente igual que él. Me miraba igual que él,
pero… me daba la sensación de que quería devorarme. Esa sensación ya me era
conocida. La misma cuando me secuestraron. La misma que en la comisaría. La
misma que anoche.
Me quedé helada en el sitio, sin poder moverme, como si una
fuerza superior me hubiera paralizado. No podía apartar la mirada de sus ojos
azules, más oscuros que los de Night pero igual de letales. Él tampoco se
movía, ni pestañeaba. Su sonrisa se ensanchó y como si de un rayo me
atravesara, el dolor en el pecho volvió, consiguiendo que por fin me moviera pero
para arrodillarme en el suelo, intentando controlar el dolor.
Cada segundo que pasaba me costaba más respirar y fue
entonces, cuando él empezó a caminar hacia mí, con paso lento. Conseguí
levantarme, a duras penas, intentando mantener la compostura. “A lo mejor él no
se acuerda de nada. A lo mejor es solo mi imaginación” pensé, cerrando los
ojos, intentando imaginarme en mi casa, en mi cuarto, que eso solo era un sueño
y aun estaba en mi cama. Pero al abrirlos, él me miraba fijamente a solo un
palmo de mí, aun en la carretera, serio.
- Ho-hola…-
dije costosamente - ¿Necesitas ayuda?
No contestó. Solo se dignó a seguir mirándome.
- ¿Cuántos
años tienes? - intenté sonreír, aunque no dio mucho resultado.
Él contestó con una media sonrisa, que solo hizo que me
diera peor espina. Debía largarme, salir corriendo a un lugar más seguro, pero
no podía. Algo me impedía hacerlo. Solo podía seguir mirándolo a los ojos, que
parecían dos pozos sin fondo. Tragué saliva al ver que abría por fin la boca.
- ¿Y tu?
¿No estarás intentando secuestrarme?
La pregunta me desconcertó un poco. No era muy normal que alguien
preguntara eso pero la situación tampoco era muy normal, cada vez más tensa.
- No…
- Tengo 18
años
- Vaya… la
misma edad que yo. - contesté sin pensar
- Oh, que
interesante.
Los segundos parecían horas. Ninguno se movía, no pasaba
ningún coche, ninguna persona. Parecía que no hubiera nadie más en el mundo. El
silencio reinaba el mundo en ese instante, mientras él me seguía observando,
como si me analizara. Yo, no podía dejar de mirar esos malditos ojos. Eran
hipnóticos.
- ¿Vives…
cerca de aquí? - pregunté, intentando cortar un poco la tensión
- No
- ¿Y que
haces por aquí?
- Me gusta
pasear - dijo mientras se acariciaba las puntas del cabello - Además, de que
quería ver mi futuro instituto.
- ¡Ah!
Entonces nos veremos por ahí. Yo voy al instituto de detrás del polideportivo,
¿ese no?
- Si… -
contestó él, sin mucho esfuerzo por hablar.
- Entonces
nos veremos allí - sonreí, consiguiendo por fin la movilidad en mis piernas. -
Hasta mañana.
Intentando disimular la rigidez de mi cuerpo, comencé a
caminar lentamente, intentando no parecer desesperada por alejarme de él. Sin
embargo, en cuanto di un par de pasos noté como me agarraba la muñeca con
fuerza, obligándome a girarme y mirarlo a la cara, consiguiendo volver a
hipnotizarme con su mirada.
- ¿No
quieres… - siseó, como si de una serpiente fuera, intentando capturar a su pera
- Pasear conmigo?
- Y-yo… Me
está esperando mi madre en casa…- miré su mano en mi muñeca, asustada.
- Entonces
te acompaño - dijo al tiempo que me dejaba libre.
-
Tranquilo… - tragué saliva, intentando no volver a tartamudear. - Puedo ir sola
-
No me fío - miró hacia otro lado, perdiendo el contacto visual - Podrían secuestrarte, Lire - me volvió a mirar, con
una sonrisa en los labios.
-Yo…
nunca le he dicho mi nombre - pensé, frunciendo el ceño.
En ese mismo instante, un miedo
inundó todo mi cuerpo, haciendo que temblara levemente. Me estremecí cuando su
sonrisa se ensanchó al verme temblar, pero ninguno de los dos se movió. De
nuevo, la dolorosa punzada en el pecho volvió y llevándome la mano al pecho,
agaché la cabeza, intentando ocultar mi dolor al desconocido. Noté como se
acercaba a mí, para acariciarme el pelo
-
¿Te encuentras bien… Kirea?
Levanté la mirada al oír ese
nombre otra vez y me encontré con unos ojos azules que, como si de un tornado
fuera, se volvían rojos carmesí. Sentí como si me faltara el aire y una punzada
aun más intensa se apoderó de mí, haciéndome gritar de dolor antes de
desplomarme en el suelo.
Al instante, se escuchó un fuerte
chillido de neumático y un motor a bastante velocidad que se dirigía hacia
nosotros. Con los ojos entrecerrados pude ver como el chico ni siquiera se
movió un centímetro aunque si que dirigió su mirada hacia donde provenía el
vehículo. Yo me retorcía de dolor en el suelo. El coche se paró enfrente de
nosotros, aunque pensé que nos iba a atropellar, trayendo tras de sí un olor a
rueda quemada. De él, salió un chico bastante alto, de tez blanquecina y
cabello negro, con unos ojos azules que conocía muy bien.
<3