lunes, 24 de noviembre de 2014

Un relato corto

Buenas, queridas nubecitas esponjosas:

Hoy he estado viendo mangas (rememorando y viendo ultimos capitulos) y se me ocurrió una mini-historieta. Realmente hoy no es mi día, por eso intenté animarme y parece que lo he medio conseguido. Asique, no voy a enrollarme como hago siempre y os dejo con este pequeño desliz que mi mente ha creado.

Espero vuestra más sincera opinión.

Curiosidad: Me va mal la espaciadora. Me estresa. Mucho.

Cancion: Red - hymn for missing
             Kingdom hearts II - Dearly Beloved.
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Cuando conoci a ese... "Ser", por llamarlo de alguna manera, llovía. Llovia muchisimo. Suponía que los ángeles lloraban por que mi abuela aun no se decidía a ir con ellos. Seguramente uno de ellos sería mi abuelo, el cual amaba mucho a mi abuela y la esperaba en el cielo. Si. Llovia bastante.

Solía quedarme todas las noches, cuando volvía de trabajar sobre las nueve de la noche, durmiendo en la habitación del hospital donde estaba residiendo mi abuela, para que mi madre pudiera descansar. Nos habíamos criado solas, sin un padre/marido que nos apoyara en los momentos dificiles pero si unos abuelos que siempre estaban ahí pasara lo que pasara ¿Porque no darles el mismo amor en sus últimos dias?

Se que no debería haber sido tan cínica, pensando que no iba a durar más de unos días pero los médicos ya nos lo advirtieron desde el principio. El cancer había avanzado y mi abuela ya no aceptaba el tratamiento. Supongo que ella tambien echaría de menos al abuelo. Por eso, queríamos que sus ultimos días fueran felices, sin preocupaciones y unidas. Como siempre.

Estaba ya practicamente dormida cuando escuche el viento moverse al otro lado de la ventana. La lluvia daba pequeños golpecitos en la ventana, pero eso no fue lo que me despertó. Entreabrí los ojos, aún un tanto adormilada por el cansacio y pude vislumbrar una figura, escualida, apoyada en la pared al lado de la cama de mi abuela.

- La espera siempre es lo más ameno.

Un susurro apenas perceptible. Extraña ante esa voz grave y profunda, me removí en el asiento. Pestañeé varias veces, intentando despejarme. Pensé que era el medico con nuevas noticias pero la persona no llevaba una bata blanca. Sus ropajes negros me dejaron extraña consiguiendo que pegara un pequeño salto en la silla. Él solo desvió la mirada hacia mi, sereno.

- ¿Quien eres?
- No tengo nombre. Solo estoy de paso, no te preocupes por mi existencia.

Sin levantarme de la silla, froté mis ojos para poder ver mejor a el ser que estaba posado tranquilamente, sin el más minimo movimiento, al lado de mi abuela.

- ¿Que quieres? - pregunté.
- Yo no quiero nada. Solo espero.
- ¿Que esperas?
- La curiosidad mató al gato, pequeño humano.

¿Humano? Esas palabras producieron una reacción de alarma en mi interior, obligando a mi cuerpo a levantarse rapidamente pero cuando volví a mirar donde estaba el chico, como si una rafaga de viento soplara, se desvaneció en el aire. Como polvo.

- ¿Leti? - susurró mi abuela - ¿Que ocurre?
- Nada abuela - dije, colocandome al lado de ella, cogiendo su mano - Solo estoy un poco adormilada. Vuelvete a dormir.
- Calla - sonrió debilmente, acariciandole la mano con dulzura - Me gusta ver a mi trabajadora nieta.

Cada noche, desde ese día lluvioso, el joven aparecía al lado de mi abuela, sereno, tranquilo. Esperando algo. Sospechaba quien era pero me negaba a esa idea. Los shinigamis no existen, me repetía todas las noches que lo observaba.

- Si quieres formular una pregunta - dijo, en una de las noches -  solo tienes que hacerla.
- ¿Ahora me vas a contestar?
- La espera a veces se hace eterna.

Sus palabras eran enigmaticas. Si no era humano, ¿Que era?

- Eres un shinigami.
- Eso no es una pregunta.
- ¿Lo eres? - dijo Leticia, removiendose en su asiento, intentando hacer el minimo ruido posible.
- Shinigami, dios de la muerte, la parca... Tenemos mil nombres.
- ¿Tenemos?

Una pregunta sin respuesta, que todavía tengo la duda. Suspiré. Ese no era el hilo de preguntas que él me quería llevar.

- ¿Cuantos años tienes?
- Demasiados.

Corto y preciso. Tampoco iba a sacar mucho. No apartaba la mirada de mi abuela, paciente. No denotaba ninguna expresión en su pálido rostro, etereo más bien.

- ¿Vas a llevarte a mi abuela?
- Si ella quiere...
- ¿Como lo haces? Quiero decir, ¿Como haces para que ya no viva más?
- ¿Realmente quieres saberlo?

Su contestación no fue muy agradable para mis oidos. ¿Eso significaba que iba a sufrir? Aunque estaba preocupada por mi abuela, la parca me producia mucha curiosidad. Tenía la oportunidad de saber cosas que ningun otro ser humano sabía, pero según sus respuestas no estaba segura de si quería saberlas.

- ¿Te has enamorado alguna vez de alguna chica? - "Preguntas tontas, respuestas idiotas. Pero realmente quería saber si tenían sentimientos" pensé.
- No tengo sentimientos. No. No siento atracción por ningún sexo.
- ¿Eres un hombre no?
- Soy asexual, pequeño humano. No necesito procrear como hace vuestra especie. Cumplo mi trabajo. Llevo a las almas buenas a su descanso eterno y a las almas malas a un sufrimiento infinito.

Tantas respuestas de repente me dejaron un tanto confusa pero el ser abrió los ojos, incorporandose, cosa extraña en él. Un suspiro de mi abuela me hizo levantarme y colocarme a su lado. Él no se movió.

- Mi pequeña... - susurró - Es hora.
- Abuela... - sollocé, sin poder reprimir las lagrimas.
- Te quiero... Os quiero muchisimo a tu madre y a ti. No lo olvides nunca.

Cogiendo su mano fuertemente, no dejé de llorar. Él, lentamente colocó sus manos en la cara de mi abuela.

- Querida Eleanor - dijo el dios de la muerte con voz fuerte - Se te ha otorgado el honor de estar con tus seres queridos donde las almas buenas residen una paz eterna por sus buenos actos en vida. Que descanses en armonía.

Como si de un aura blanca se tratara, un pequeño destello iluminó a mi abuela o eso creí ver antes de que exalara su ultimo aliento, sonriente. Me llevé la mano a la boca, sin poder creerme que ya se había ido. Él me observó.

- Es el ciclo de la vida, pequeño humano. - dijo colocandose bien las ropas.
- Si, pero es duro.
- Claro.
- ¿Entonces está en el cielo?
- Si lo quieres llamar así, sí.
- Gracias.

De su boca salió una especie de risa pero fue tan extraño que no puedo asegurar que así fuera. Volviendose su imagen difuminada, me miró por última vez, diciendo antes de desaparecer completamente:

- Nos veremos en un futuro, Leticia.




<3

1 comentario:

  1. Uf, qué bonito, raro, pero bonito.
    Me ha resultado una historia curiosa, y no sé, el final era bastante bonito <3
    ¡Un besín!

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